Una época en la que la naturaleza comienza a despertar tras el invierno. Con el inicio de esta estación, comienza el «lloro de la vid», un proceso natural en el que la planta llora al liberar el exceso de agua acumulado en invierno y prepararse para el nuevo ciclo de crecimiento.

Este proceso es especialmente importante para las uvas Monastrell, que se encuentran en las zonas cálidas de España y que son utilizadas para la elaboración de vinos potentes y de gran calidad. El lloro de la vid es un momento crucial para la producción de estas uvas, ya que permite que la planta se prepare para el crecimiento y maduración de los racimos.

Los vinos Monastrell, con su intenso color rubí, sus aromas frutales y su acidez media-alta, son ideales para acompañar los postres típicos de Semana Santa, como las torrijas. El equilibrio entre el dulzor del postre y la acidez del vino es fundamental para crear una experiencia gastronómica única.

La crianza en barrica y la mezcla con otras variedades de uva también son elementos clave para conseguir vinos complejos y equilibrados, capaces de adaptarse a los diferentes gustos y momentos de consumo. En definitiva, los vinos Monastrell son el resultado de un proceso natural y cuidadoso, que se refleja en su sabor y en su capacidad para transportarnos a los paisajes cálidos y soleados de España.